miércoles, 8 de junio de 2011

Más del pueblo y mis amigos


Una cosa trae aparejada otra. Es como causa y consecuencia (o algo así, creo). Un paisano del pueblo escribió un comentario a raíz de mis recuerdos de infancia. Y me volvió a llevar a esas calles de tierra (en esa época), donde pase las mil y una aventuras.
Cuando pequeño ves las cosas de una manera especial. Es todo descubrimiento. Lo nuevo, se junta con la avidez de saber y conocer, y le da un saborcito especial al momento, que si bien en esa época no lo detectamos, hoy a casi medio siglo de vida rememoras esas sensaciones con el mismo sabor de ingenuidad y pasión, mezclado con la sapiencia y la paciencia de los años.
Cada uno tuvo una infancia muy particular, con mas o menos esplendor, saboreándola de una manera muy sui generis, por así decirlo, no se puede decir que todos los chicos de esa época éramos iguales (en condición y espíritu), lo que sí puedo asegurar que en un pueblo donde en aquellos años (entre 1960 y 1970) habrá contado con unos 2000 habitantes (si alguien piensa que eran mas o menos, que me corrija por favor), con un perímetro mas o menos de 15 calles o 20 a lo largo por 7 u 8 a lo ancho, existe la certeza que en algún momento nos hemos cruzado.
En esa época había lugares comunes donde los niños solíamos coincidir, empezando por la Escuela John Fitgerald Kennedy.
Un edificio que contaba ya sus años en aquella época, estaba en una de las esquinas mas concurrida del pueblo (sobre calle Patricias Mendocinas, sino me equivoco). En esa época, creo que lo he contado, vivía a escasos cincuenta metros de la escuela.
Bueno típica escuela de pueblo, con sus paredes mezclas de adobes y ladrillos. Ventanales grandes, pisos de madera, una galería que estaba predispuesta de manera rectangular con salida a un patio con mástil en el centro, suelo de cemento, y otro patio (el mejor) que estaba en uno de los lados del rectángulo, piso de tierra con uno o dos árboles grandes, que disfrutábamos a pleno.
Época que seguramente pasamos muchos de mis paisanos, con pantalón corto y guardapolvo blanco (aun en invierno muertos de frío, cantando Aurora mientras izaban la bandera).
Seguramente hemos coincidido muchos allí, ya que amen de locales solían venir chicos de pueblos aledaños, Rodeo de La Cruz, Fray Luis Beltrán, e incluso los cuatro colegios de esa época (tanto primarios como secundarios) albergaron entre sus filas a muchos chicos de localidades vecinas.
Un bello sitio de convergencia, donde también y lógicamente, debemos haber coincidido era la Sede del club Atlético Rodeo del Medio. Tenia (o tiene) un pequeño bar, con una mesa de billar y un metegol, que hacia las delicias de muchos muchachos de esa época, estaba en una de las esquina de la Plaza de Rodeo del Medio, otro lugar más de reunión. Con sus columpios y maromas llenaba sus bancos de niños y padres que aprovechaban cada uno la oportunidad de pasarla bien.
En otra de las esquinas de la plaza, había una panadería y almacén, donde generalmente solíamos coincidir entre mandado y mandado. Y si de mandados hablamos, pues estaba el Almacén de Don Martín en la ruta nacional, o el Mercado del “chito” Fernández en la calle Patricias Mendocinas, este tenia como vecina a una señora mayor, creo que lo mencione en alguna oportunidad, de la cual pocos sabían su nombre, era la “señora del kiosco”, donde vendía chucherias a montones, artículos de librería, cotillon y “cigarrillos sueltos”.
Otro lugar de convergencia era el bar de Don Perez, que ya he mencionado en otra oportunidad, o la Farmacia de don Carlos Udovicich, la Heladería Palermo, la bicicleteria de don Putalivo, el bar que se encontraba frente a la Iglesia Maria Auxiliadora. La tintorería de don Cué, Una librería que se encontraba sobre la ruta nacional que daba frente a la casa de Los Bombal. Una ferretería que había frente al colegio Maria Auxiliadora.
La parada de colectivos frente a la Iglesia (de ambos lados) era lugar de reunión obligado para aquellos que acompañábamos a los que se iban a otros pueblos y de paso hacíamos “facha”, con las chicas del lugar y de otros colegios, que generalmente habia una “pseudo-rivalidad” entre colegios y colegios, que se mezclaba con curiosidad por conocernos.
El Parque de Rodeo del Medio, rodeado de misterio para mí en una época de pequeño debido a su amplitud con su piscina al aire libre, y escuelas de verano, fue mas que seguro un lugar donde hemos coindido.
En fin muchos lugares que yo no me acuerdo y seguro algún paisano si se ha de acordar, donde fuimos pasando la niñez y el proceso de cambio entre pantalón cortito y pantalones largos. Pelo corto y pelo largo.
Con tiempo (y con memoria) quizás me arriesgue a nombrar a algunos compañeros y compañeras de una época, en una de esas también nos cruzamos en este medio.
Si algun paisano se atreve a compartir recuerdos pues dejo la puerta abierta, de paso rememoramos una de las mejores epocas de nuestra vida, y volvemos a saborear, como antes, nuestro pueblo.
Paisano de Rodeo del Medio

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