domingo, 12 de junio de 2011

Algunos de los tesoros de nuestro pueblo

Nave principal de la Iglesia Maria Auxiliadora






La primera posibilidad de construir un templo en Rodeo del Medio data de 1898, cuando esa gran benefactora que fue Lucila Barrionuevo de Bombal formuló un pedido a los salesianos, quienes deciden fundar la Escuela Vitivinícola Don Bosco.

El 22 de noviembre de 1899, el obispo Juan Cagliero bendice la piedra fundamental de una capilla que será el comienzo del futuro santuario. El padre Ernesto Vespignani prepara los planos de la futura iglesia de María Auxiliadora y el mismo bendice, el 20 de mayo de 1909, el primer templo. Desde 1913, lleva el nombre de santuario, adherido a la Basílica de Santa María la Mayor, de Roma.

Los especialistas coinciden en que el templo es expresión de la arquitectura románica –lombarda, con “una decoración delicada, elegante, fina y sutil”. El artista que embelleció el edificio fue el español Antonio Estruch y Bros.

La parroquia posee valiosísimos cuadros, como los que se ubican en el altar mayor, o el que muestra al Niño Jesús en brazos de la Virgen. 



El santuario María Auxiliadora no sólo es una joya arquitectónica. 


En él también hay un pasado que sigue vigente a través del tiempo. En el interior de la parroquia se encuentra la imagen del mártir italiano San Sergio, que en una de las piernas, el brazo y el cráneo, muestra partes óseas del santo. 


En la parte trasera del patio, en un pequeño cementerio, se encuentra la tumba de Rufino Ortega (que ha sido declarado Monumento Histórico Nacional), de Lucila Barrionuevo de Bombal y del primer párroco, Aquiles Pedrolini. 


El templo también cuenta con un camarín de la Virgen, para ceremonias más íntimas. A nivel artístico, el santuario posee seis campanas que están ubicadas en la torre, con distintas notas musicales. El campanario ha sido recientemente restaurado. Los vitraux y las pinturas que lo decoran también son de un alto valor.


En la iglesia se puede utilizar el magnífico órgano alemán de 1.214 tubos y dos teclados, donado por el general Rufino Ortega y su esposa, a principios del siglo XX.

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